sábado, agosto 11, 2007

encuentro de los pueblos ex carcel 7,8,9 septiembre

Bandeja de entrada EL MOMENTO DE LA UNION HA LLEGADO Hace más de un año que los niños y adolescentes nos sacaron de la modorra con sus tomas, asambleas y consejos. El legado del dictador y sus hijos: la mercantilizació n del existir y la humillación de los débiles por los poderosos, fue cuestionado hasta la medula. Y la esperanza volvió a recorrer nuestras venas. Un año más tarde, de norte a sur los trabajadores y trabajadoras se alzan contra la injusticia; Los deudores habitacionales se yerguen orgullosos, mientras los campesinos y trabajadores forestales hacen lo propio, cortando caminos a la humillación; por todos lados las agrupaciones de vecinos se organizan para exigir fin a las alzas; los mapuche continúan su resistencia contra el exterminio; y los pescadores artesanales están a punto de salir a protestar con la desesperación de quien no tiene como alimentar a sus hijos. Los hombres y mujeres de la República comienzan no a caminar erguidos y a mirar desafiantes a los usurpadores: la oligarquía chilena y su aliado trasnacional. Todo indica que el tiempo está maduro para que en nuestro Chile se despierte el gigante dormido que hará posible el cambio tan anhelado por todos. Este gigante no es otro que la unión de los pueblos de Chile. Ante él, tiemblan los monstruos de la avaricia y sus periódicos rastreros. Les hemos regalado 35 años, pero su tiempo acabó. No vamos a permitir que en dos décadas más todo nuestro Chile sea un desierto violento, contaminado y famélico. El mar de Chile ha sido entregado a las voraces pesqueras de Angelini. Es también el basural de las celulosas de Luksic, y de las salmoneras y mineras. ¿Y para los pescadores artesanales y su cultura centenaria y esencial?: ¡Hambre y perdición! En el sur las tierras han sido entregadas a dos familias: Matte y Angelini, que tienen más tierras que el conjunto de los mapuche. Y para la gente de la tierra ¿Qué hay?: Cárcel, tierras secas, discriminació n y algunas becas. En el norte casi no quedan ríos de aguas puras. Todas las aguas son entregadas gratis a las grandes mineras. ¿Y para las comunidades indígenas? ¡Genocidio! señores. ¿No se dan cuenta que han estirado mucho la cuerda, la que sólo con un soplido se romperá? ¿O piensan que podrán ocultar la verdad bajo la alfombra hasta la eternidad? Entiendan todos de una vez: ¡No es bueno ni siquiera conveniente sobrexplotar la tierra y los mares! No ven que con ello ello originamos miseria y destrucción. Bastaría con ocupar razonablemente sólo una pequeña parte de nuestras enormes riquezas para alimentar sanamente a nuestros pueblos; construir una sistema educativo consciente y preparado para los desafíos de los nuevos tiempos; llevar una vida sana con el mejor sistema de salud; entregar buenas pensiones; y conseguir que todo el país y sus instituciones (como la TV y la prensa) sea una gran escuela que este a la altura de la dignidad y diversidad de los pueblos de nuestro querido Chile. La unidad de los pueblos de Chile, organizada desde la base social, aparece como la única salida a la desigualdad y a la salvaje explotación de los trabajadores y nuestros recursos naturales. Nuestro batallar no es confrontacional ni violento, sino amoroso y fraternal. Pero enérgico y valiente. Vamos a reconstruir los diálogos, acordar en conjunto los caminos y construir con nuestras propias manos el Chile que queremos. Llegó la hora de imaginarlo para hacerlo realidad. Una economía de solidaridad y reciprocidad, no de competencia. Una política democrática y no oligárquica. Una República de los Pueblos y no de los capitalistas. En este sentido, el encuentro de los pueblos de Valparaíso, del 7, 8 y 9 de septiembre, se presenta como un hito esencial. Lo es, porque reunirá a delegados de los estudiantes universitarios y secundarios; de los pueblos originarios; de los pescadores artesanales; de los mineros y pirquineros del norte de Chile; de los pueblos aymará y diaguita; de las redes ambientales de todo Chile; de la red arcoiris; de los campesinos; de los trabajadores portuarios; y de muchos otros pueblos, que se han ido sumando a esta cita de la unidad duradera de los pueblos que sentará las bases de la Nueva República, que será de todas y todos. ¡Con unión, ayún (amor) y newen (fuerza), venceremos! ¡Todo el Poder a los Pueblos!

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