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EL MOMENTO DE LA UNION HA LLEGADO
Hace más de un año que los niños y adolescentes nos
sacaron de la modorra con sus tomas, asambleas y
consejos. El legado del dictador y sus hijos: la
mercantilizació n del existir y la humillación de los
débiles por los poderosos, fue cuestionado hasta la
medula. Y la esperanza volvió a recorrer nuestras
venas.
Un año más tarde, de norte a sur los trabajadores y
trabajadoras se alzan contra la injusticia; Los
deudores habitacionales se yerguen orgullosos,
mientras los campesinos y trabajadores forestales
hacen lo propio, cortando caminos a la humillación;
por todos lados las agrupaciones de vecinos se
organizan para exigir fin a las alzas; los mapuche
continúan su resistencia contra el exterminio; y los
pescadores artesanales están a punto de salir a
protestar con la desesperación de quien no tiene como
alimentar a sus hijos.
Los hombres y mujeres de la República comienzan no a
caminar erguidos y a mirar desafiantes a los
usurpadores: la oligarquía chilena y su aliado
trasnacional.
Todo indica que el tiempo está maduro para que en
nuestro Chile se despierte el gigante dormido que hará
posible el cambio tan anhelado por todos. Este gigante
no es otro que la unión de los pueblos de Chile. Ante
él, tiemblan los monstruos de la avaricia y sus
periódicos rastreros.
Les hemos regalado 35 años, pero su tiempo acabó. No
vamos a permitir que en dos décadas más todo nuestro
Chile sea un desierto violento, contaminado y
famélico.
El mar de Chile ha sido entregado a las voraces
pesqueras de Angelini. Es también el basural de las
celulosas de Luksic, y de las salmoneras y mineras. ¿Y
para los pescadores artesanales y su cultura
centenaria y esencial?: ¡Hambre y perdición!
En el sur las tierras han sido entregadas a dos
familias: Matte y Angelini, que tienen más tierras que
el conjunto de los mapuche. Y para la gente de la
tierra ¿Qué hay?: Cárcel, tierras secas, discriminació
n y algunas becas.
En el norte casi no quedan ríos de aguas puras. Todas
las aguas son entregadas gratis a las grandes mineras.
¿Y para las comunidades indígenas? ¡Genocidio!
señores.
¿No se dan cuenta que han estirado mucho la cuerda, la
que sólo con un soplido se romperá? ¿O piensan que
podrán ocultar la verdad bajo la alfombra hasta la
eternidad?
Entiendan todos de una vez: ¡No es bueno ni siquiera
conveniente sobrexplotar la tierra y los mares! No ven
que con ello ello originamos miseria y destrucción.
Bastaría con ocupar razonablemente sólo una pequeña
parte de nuestras enormes riquezas para alimentar
sanamente a nuestros pueblos; construir una sistema
educativo consciente y preparado para los desafíos de
los nuevos tiempos; llevar una vida sana con el mejor
sistema de salud; entregar buenas pensiones; y
conseguir que todo el país y sus instituciones (como
la TV y la prensa) sea una gran escuela que este a la
altura de la dignidad y diversidad de los pueblos de
nuestro querido Chile.
La unidad de los pueblos de Chile, organizada desde la
base social, aparece como la única salida a la
desigualdad y a la salvaje explotación de los
trabajadores y nuestros recursos naturales.
Nuestro batallar no es confrontacional ni violento,
sino amoroso y fraternal. Pero enérgico y valiente.
Vamos a reconstruir los diálogos, acordar en conjunto
los caminos y construir con nuestras propias manos el
Chile que queremos. Llegó la hora de imaginarlo para
hacerlo realidad. Una economía de solidaridad y
reciprocidad, no de competencia. Una política
democrática y no oligárquica. Una República de los
Pueblos y no de los capitalistas.
En este sentido, el encuentro de los pueblos de
Valparaíso, del 7, 8 y 9 de septiembre, se presenta
como un hito esencial. Lo es, porque reunirá a
delegados de los estudiantes universitarios y
secundarios; de los pueblos originarios; de los
pescadores artesanales; de los mineros y pirquineros
del norte de Chile; de los pueblos aymará y diaguita;
de las redes ambientales de todo Chile; de la red
arcoiris; de los campesinos; de los trabajadores
portuarios; y de muchos otros pueblos, que se han ido
sumando a esta cita de la unidad duradera de los
pueblos que sentará las bases de la Nueva República,
que será de todas y todos.
¡Con unión, ayún (amor) y newen (fuerza), venceremos!
¡Todo el Poder a los Pueblos!
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